No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer
de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa
alguna de tu prójimo
Éxodo 20:17
De la abundancia del corazón habla la boca, lo que tiene en
su corazón será de lo que la persona habla en todo momento, su tema de conversación
son cosas materiales, te darás cuenta que su corazón es codicioso, es un pecado
que tenemos en el corazón en el alma de cada uno, aquí veremos cómo darnos
cuenta si estamos en este pecado, o podremos decir si realmente está limpio
nuestro corazón, y darnos cuenta si el enemigo nos pone trampas, si tenemos
este pecado tenemos un problema muy grande, es importante ir limpiando esto
porque ante Dios estamos mal.
La codicia puede destruir el corazón y el alma del ser
humano, a alguien que tiene espíritu, puede estorbarte para que no conozcas a
Dios, empieza a consumirte hasta que salir es casi imposible, vez bienes
sociales, estatus en la tierra, la gloria, bienes materiales, esta codicia es
un deseo ardiente, incontrolado irracional, hay ocasiones en que uno ya no
piensa, ni en sus hijos, ni su esposa, ni sus hermanos ni padres, solo piensa
en lo que la codicia quiere, quiere más del mundo, mas fiestas, mas mujeres,
mas carros, hasta que llega la insatisfacción, el punto donde la gente siente
infelicidad, un hueco en su vida, porque la diferencia donde alguien que tiene
a Dios es que tendrá nuevas metas, y tendrá una vida llena y plena.
Cosas que Dios no te puso en tu camino, para que tu no las
siguieras, el corazón se encapricha, se vuelve como un animal te vas tras de
eso sin pensarlo, abre tus ojos y ruégale a Dios para que no te engañes con la
codicia, recuerda que por cuanto has escuchado la palabra de Dios y conoces la
ley, ahora tienes que entender que sabes y serás abominado porque aun sabiendo
decidiste alejarte mas y mas, en lugar de acercarte a lo que realmente Dios
pide.
El codicioso jamás piensa que las cosas son para la gloria
de Dios, un corazón asi es ingrato, no valora lo que tiene, ni su casa ni su
carro ni sus hijos ni su trabajo , ni a su esposa, ni a nada, de ahí viene el
adulterio, para embocarse ahí en la codicia, si alguien tiene yo también puedo,
si el quiere yo también quiere, a ver quién puede mas, esto no es más que una
terrible codicia en su corazón, aunque uno tenga no es más que ingratitud para Dios
por lo que tenemos, bien o mal Dios nos da, pero este que codicia no ve lo que
Dios da, si no lo que no tiene, atesorar cada vez mas aquí en la tierra, algo
es cierto los que llegamos a esta tierra así como llegamos nos vamos a ir, sin
nada, pero donde quieres quedarte aquí en la tierra o en el cielo.
Se puede codiciar, materiales, personas, espiritualidad,
puestos de trabajo, bienes materiales, el trabajo de alguien, el no debería tener
eso debería ser mío, yo me miraría mejor sentado en esa gerencia, esa mujer debería
ser mía, no de el. Los tesoros del cielo no se puede comparar con lo que hace
uno en la tierra, porque lo que haces aquí, la misma tierra te lo quita. De que
te sirve lo que conseguiste, terminas frustrado, solo, a veces buscas algo mas
y algo mas que finalmente no consigues todo lo que sigues queriendo, y por ello
terminamos frustrados, amargados, porque no se logra lo que tanto se anhela. No
es lo mismo que te aga falta una ventana o una puerta o unos zapatos para tus
hijos, o un cuaderno para tu hijo anhelar tenerlo para mejora de tu vida, no es
malo eso. Las cosas del mundo son pasajeras, dice la biblia “de que le servirá al
hombre ganar el mundo si pierde su alma”. Si tu consigues todo en el mundo pero
si tu alma se pierde también te sentaras en el infierno, por mucho dinero que
tengas no podrás comprar el alma de tus hijos al infierno si no compones su
camino, busca que ellos busquen a Dios, no permitas que sus almas se pierdan
porque tu corazón está en la codicia, tus ojos se desviaron del Dios vivo y de Jesús,
porque en Cristo Jesús estamos completos, las cosas cambian, las cosas son
echas nuevas, las cosas viejas pasan, pero solo Jesús las hace nuevas,
distintas aquel que confía en Dios, puede vivir, es precioso ver como se
manifestaba Dios en su pueblo, y Dios les daba todo, y aun así la incredulidad
siempre salía avante, no estaban conforme con lo que Dios les daba, sus
corazones se llenaban de codicia.
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